Montenegro, Albania, Macedonia

Conocí en Dubroknik a dos argentinos el día que salía de la ciudad. Me dijeron que la gente de Montenegro les había parecido muy maja y que los albanos menos. Tardé poco en comprobar que lo primero era cierto: Ya en la frontera salieron todos los policías de la garita a hacerse fotos con Vita. En la primera gasolinera que vi, el gasolinero me paró para invitarme a un café y, mientras me lo tomaba, alguien echó unos euros en el bote de vita. Poco después, al parar a comprar comida en un supermercado, las dependientas me regalaron una bolsa con varias piezas de fruta, barritas energéticas, pasas y unos dulces. No fue siempre así, pero si noté el cambio en la manera de ser de la gente mientras pude seguir disfrutando de pedalear junto a un mar transparente y pasar por unos preciosos pueblos y ciudades de piedra que parece se hayan detenido en el tiempo.

Viví en ese país otro momento “el mundo es bueno”, cuando, casi llegando a la frontera de Albania, me doy cuenta de que me he dejado una batería portátil cargándose unos km atrás en una cafetería. Doy la vuelta y, a los pocos segundos, un coche que viene de cara me pita y me hace señas con la mano. Paro y baja un hombre del coche con la batería en la mano. Se podían haber esperado por si no volvía (que teniendo en cuenta que tenía que cruzar la frontera hubiera sido lo más normal) pero mandaron al hombre enseguida para que me pillara antes de cruzarla. Olé!!

La entrada en Albania me chocó bastante. Muchísima suciedad, niños pidiendo monedas y, las dos primeras personas que me pararon, llevaban más alcohol en el cuerpo que yo agua en la bici. Afortunadamente cambió pronto la perspectiva y pude comprobar, además, que la impresión que se habían llevado los argentinos de los albaneses no era la que me iba a llevar yo. Primero con los niños de un par de colegios que salieron a verme (uno es el video que puse en Facebook) y poco más tarde cuando tuve que entrar al centro de la primera ciudad que había en mi camino para sacar dinero y en la que, a ratos, no sabía ni dónde mirar de la cantidad de saludos, sonrisas y “wellcome!!” que recibía.

En el apartado de personajes, destacar a uno que se me acercó un día que paré a protegerme de la lluvia en un puesto de frutas que había al lado de la carretera. Vino a hablarme y no paraba de decir cosas. Yo intentaba explicarle con gestos que no entendía nada de lo que me decía pero él seguía a lo suyo y, aunque a veces, cuando ya no aguantaba la risa, me escabullía para pillar una pieza de fruta (el dueño me invitó a comerme y llevarme todas las que quisiera), él volvía a los pocos segundos con su discurso. A ratos parecía muy enfadado y repetía “America!!”, “no!, no!, no!!” y yo “que soy españooool” y el asentía y seguía con su discurso. En un momento dado el del puesto de frutas se paró a nuestro lado a escuchar lo que me decía y me comentó que el hombre me estaba hablando del primer ministro de su país! Ahí ya no me pude aguantar la risa y, aunque sabía que no me entendía, le dije “buenoooo….pues si te hablo yo del mío…!!!””

Aunque no me gustan las ciudades grandes y las suelo evitar, paré unos días en Tirana para acercarme a la embajada de Irán e informarme en vivo de las condiciones para pedir el visado (que, a partir de ahora, va a ser mi mayor quebradero de cabeza en la mayoría de países que me quedan por recorrer). Allí coincidí con Natacha y Jasna, dos simpáticas viajeras de bajo presupuesto y largo recorrido que acababan de llegar e iban a pasar unos días haciendo trabajos en el hostal a cambio de alojamiento y comida. Con ellas y con Klas, el dueño del hostal, pasé varios días de descanso y noches de risas en la azotea del edificio con unas vistas privilegiadas sobre la ciudad.

El momento tierno en Albania me lo proporcionó un niño a la entrada de unos de los últimos pueblos por los que pasé en este país. Me estaba mirando con los ojos como platos y, al pasar por su lado, me hizo gestos de que quería probar la bici. Le dije que no (lo veía muy pequeño para lo que pesa Vita y no sería el primero que se cae de ella) pero, a los pocos segundos, recapacité, paré y le ayudé a subir. Al principio iba sujetándole porque apenas llegaba a los pedales pero, en cuanto pilló algo de velocidad, le solté y le dejé ir solo. Siempre digo que mi idea, además de hacer sonreír, es que la gente cuando me ve se olvide por unos segundos, minutos u horas de sus problemas pero, por la cara de felicidad que llevaba el niño, estoy seguro que le durará varios años el recuerdo y las sensaciones de ese momento.

El momento duro de estas semanas lo tuve el segundo día en Macedonia. Mi camino pasaba al lado de un lago y dejaba otro a pocos km. En el último momento, decidí desviarme de mi ruta para pedalear al lado del primer lago más km, subir después un puerto y bajar al otro lado para bordear el segundo lago hasta llegar a mi ruta original. Sabía que era una subida dura pero no me imaginaba el fuerte viento y la nieve que me esperaban arriba. Vita y yo nos fuimos al suelo un par de veces (una por el viento y otra al resbalar en la nieve) y tuve que acabar empujándola para llegar arriba sin volver a besar el suelo. El día anterior estaba nublado y tuve ratos de lluvia y granizo pero, justo en el momento en el que estaba tomando la decisión, se abrió un claro en el lado del camino que tenía pensado tomar originalmente. Le pido mucho al universo en este viaje y, mientras empujaba la bici con la nieve golpeándome la cara, pensaba algo así como “joder Quico, no viste el claro o qué?, era una señal! O es que esperas ver un letrero luminoso cada vez que tienes que tomar una decisión?”. Pero después de la tormenta siempre llega la calma y, en este caso, aunque siguió lloviendo, tuve la recompensa  al esfuerzo pronto.

Suelo llevar comida siempre pero, justo ese día, no llevaba casi nada. De hecho, para sacar fuerzas para acabar de subir el puerto, tuve que parar a “cocinarme”, por segunda vez ese día, la “avena con todo lo que tengo” que es mi desayuno habitual. Pero debí quemarlo pronto porque tenía muchísima hambre. Sobre las 2 encuentro un bar que parece cerrado. Me acerco por si acaso y, aunque que no tiene las luces encendidas, sale un hombre y me dice que pase. La oferta de comida es carnívora, así que acabo devorando dos platos de ensalada, queso y pan. Me lo tomo con calma y me paso un buen rato hablando con ellos mientras Mario, el hijo del dueño que es quien me atiende, me sirve varios tés. Tenía pensado seguir un rato más y acampar, pero sigue lloviendo. Les pido permiso para montar la tienda en el porche de fuera pero me dicen que no, que tienen una habitación libre y que me quede en su casa. Me doy una ducha caliente que me sabe a gloria y me quedo al lado de la estufa de leña hablando con los padres de Mario. La madre me cuenta que trabajan en un taller textil haciendo ropa de trabajo para una firma holandesa por 150 euros al mes. Bajo al bar con Mario, me vuelve a servir más te pero pronto me pasa al rakia que solo dejo de tomar mientras ceno para seguir dándole después. Mientras, veo la remontada del barça con los parroquianos del bar. Hace años que solo veo fútbol si estoy con amigos y, no sé si por la cantidad de alcohol o por lo maja que es la gente aquí, me da la sensación que estoy con ellos.
Antes de acostarme me dice Mario que le despierte por la mañana para tomarse un café conmigo. Lo hace su padre en cuanto me ve salir por la puerta del cuarto y, cuando bajamos bajo, hay preparado un energético desayuno compuesto por una sopa de fideos, yogur, pan, café, olivas y manzanas que crecen en esta región. Antes de despedirme les pido la cuenta…y tuve que insistir para que me dejaran pagar al menos la primera comida (que costaba algo menos de dos euros!).

De casa Mario me fui a Bitola, donde me esperaba Goce, mi anfitrión de la página de duchas calientes en esa ciudad. Pase un par de días muy buenos con él y con sus primos y amigos Zlatco, Bob y Zoran. La primera tarde me volvió a sorprender el tema de los sueldos. Estábamos comiendo algo y enfrente había unos obreros trabajando en una casa. Alguien comenta que es un trabajo muy bien pagado, 15 euros….pregunto si la hora, se ríen y me dice que no, 15 euros por día! Es lo que hay en este país y, con su pasaporte tampoco tienen muchas oportunidades de buscarse la vida fuera. Goce decidió salirse hace tiempo del sistema y se dedica a vender camisetas q el mismo diseña en un parque de la ciudad. Es una persona muy tranquila pero, a pesar de eso, uno de los días, tras cerrar los garitos populares, acabamos en el after de la ciudad (un sótano en los bajos de un pequeño centro comercial) bebiéndonos todo el dinero q llevábamos encima. Así que, contento con lo vivido en este país y con algunas toxinas que quemar pasé a Grecia donde, la habitual pregunta “de aquí por donde se sale?” pasó a ser en un par de ocasiones, “de aquí como se sale?”. Pero eso os lo contaré en otra entrada y, antes, escribiré una pequeña sobre el cruce de fronteras en bici.

Hasta la próxima y espero que estés disfrutando tanto como  yo de los colores y olores de la primavera!

 

DSC_0570Montenegro.

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DSC_0572Montenegro.

DSC_0574Montenegro.

DSC_0575Montenegro.

LRM_EXPORT_20170322_215925Montenegro.

DCIM100MEDIAMontenegro. Casi no llovía  ese día.

DCIM100MEDIAAl mal tiempo buena cara.

 

LRM_EXPORT_20170322_220247Último hotel en Montenegro.

20170417_195333

Unos majísimos albanos que me alegraron un día de lluvia  y que me hicieron sonreír por varios días.

20170407_215757Paisaje costumbrista albanés.

LRM_EXPORT_20170322_220613Uno de mis hoteles en Albania.  No estaba muy protegido del viento, pero ya tengo postal para las próximas navidades 😉.

20170407_215703Industria albanesa en horas bajas.

DSC_0600 (1)Tirana.

DSC_0603Tirana.

DSC_0608 (0)Con Natacha, Jasna y Klas en el hostal en Tirana.

DCIM100MEDIATráfico en hora punta.

LRM_EXPORT_20170322_220916Albania.

LRM_EXPORT_20170322_221233Uno de los últimos paisajes que vi en Albania.

LRM_EXPORT_20170322_221440Y uno de los primeros en Macedonia.

LRM_EXPORT_20170322_221811Macedonia.

LRM_EXPORT_20170322_222511Casa rural en Macedonia…

LRM_EXPORT_20170322_222106No era muy cómoda pero tenía buenas vistas 😉.

LRM_EXPORT_20170322_222839Macedonia.

20170407_215241Después de la tormenta siempre llega la calma.

20170407_230124Mario y su padre.

DSC_0639 (0)Goce y Zlatco probando mi ya famosa sopa de brocoli.

DSC_0641Parece que aún no me he perdido 😆.

 

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