Tayikistán. Y llegamos a la Pamir…

Finalmente Tizian y yo llegamos a tiempo de salir de Uzbekistán antes de que caducara su visado. Entramos en Tayikistán por la tarde y acampamos al lado de un río a la sombra de unos árboles, todo un lujo después de la paliza que nos habíamos dado los últimos días. Tizian no se encontraba muy bien y se acostó. Mientras, yo me fui a socializar con unos hombres que estaban de picnic al lado del río y que me hincharon a base de fruta y cerveza.

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Primer día en Tayikistán.

Al día siguiente, después de disfrutar del río durante un buen rato, seguimos camino y llegamos a Dushanbe, la capital de este país.

Nos alejamos el el “Green hostel”, lugar de paso de muchos viajeros que empiezan o acaban ahí la pamir higway. Fueron días de descanso, de reparar y preparar a Vita para lo que venía y de compartir historias con otros viajeros. Entre ellos tengo que hacer mención especial a Dino Lanzaretti, un italiano que empezó su viaje en bici Siberia en pleno invierno y que nos dejó helados con sus historias y sus videos (-62 grados de temperatura una de las noches!).

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En Dushanbe con otros viajeros.

Finalmente había llegado el momento de empezar la Pamir Highway. Me despedí de todo el mundo y salí de Dushanbe hacía la ciudad de Khorog. Es el tramo más suave, pero aún así en estos países es imposible evitar la montaña y acababa los días agotado. De hecho, ya el segundo día, me despertaron unas voces que se escuchaban fuera de la tienda. Claramente estaban mirando a Vita y, como siempre dejo casi todo fuera de la tienda, intenté levantarme para salir y asegurarme que no se llevaran nada…pero estaba tan cansado que no fui capaz ni de abrir los ojos, así que confié en la bondad de la gente y volví a caer rendido. Un par de horas después me levanté y pude comprobar que todo seguía allí…si es que el mundo es bueno! 🙂

Ese mismo día, ya anocheciendo, dejo la ruta para acampar al lado de un río que he visto en el mapa. Estoy cerca de la frontera de Afganistán y me toca pasar un par de controles militares, por lo que se me acaba haciendo de noche.

Antes de llegar al río, se me acerca un chico con su bici y me invita a comer algo en su puesto de sandías. Se llama Navoi y me cuenta que es profesor de filosofía en la universidad pero que, ahora en verano, se dedica a vender las sandías que cultiva su familia. Me invita a su casa y acepto. Las mujeres de la casa nos hacen la cena y los hombres se quedan de tertulia conmigo. A la mañana siguiente me levanto pronto, sobre las 7, pero ya llevo un par de horas escuchando a su mujer y sus hermanas haciendo cosas por la casa. Hemos dormido en una especie de tarima al exterior y, en cuanto nos levantamos, vienen las mujeres a recogerlo todo para, seguidamente, prepararnos el desayuno…me gusta mucho viajar por países musulmanes porque son muy hospitalarios, pero no puedo evitar sentirme mal viendo que son siempre las mujeres las que lo hacen todo.

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Con Navoi, su hijo y un par de sobrinos.

Navoi me lleva a conocer a sus abuelos (que me dan dinero y un rosario) y, tras una última parada para comer sandía, me despido de él y sus amigos. Ese día me toca subir un puerto y, aunque lo pillo con ganas, se me hace de noche antes de llegar a la cima y acabo acampando justo al lado de la carretera. No tengo agua ni para cocinar. Me pongo al lado de la carretera con la botella vacía hacía abajo y, en pocos minutos, saco de sobra hasta para ducharme.

Al día siguiente me toca bajada y, en unos km, llego a un río muy caudaloso que hace frontera con Afganistán y que voy a estar varios días bordeando. Ya anocheciendo encuentro un sitio para acampar cerca de la carretera pero, antes de que me ponga a montar la tienda, aparece una mujer con su hija y me dice que mejor acampe en su jardín, que allí no me molestará el ruido.

Acepto encantado y, cuando monto la tienda y empiezo a estirar, la mujer le dice a la hija que me haga un masaje. La niña no tendrá más de 10 años, pero aprieta como una profesional y me deja como nuevo.

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La niña del masaje.

Los siguientes días son durillos. La carretera es horrible y hay pocos sitios donde pillar comida, pero los paisajes compensan de sobra todo esto.

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Paisajes.

Hace bastante calor así que, a la menor ocasión, aprovecho para remojarme entero, pero no suele durar mucho el alivio porque, en apenas 10 minutos, suelo estar seco de nuevo.

Sigo bordeando el rio, el paisaje es bastante árido pero, de vez en cuando, aparece un pequeño oasis en forma de pueblo, normalmente aprovechando el agua de algún pequeño riachuelo que baja de la montaña.

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Uno de los «oasis» del camino.

Cuando paso por alguno de estos pueblos, los niños salen a saludar y vienen corriendo a chocar la mano conmigo.

 

Como ya comenté, la pamir highway es una carretera muy conocida y mucha gente aprovecha el verano para recorrerla. Era raro el día que no me cruzaba con algún otr@ viajer@ que la estaba haciendo en la otra dirección. Vita se había creado una pequeña fama y, casi todos con los que me cruzaba, me decían que yo era famoso o que habían oído hablar de mi….yo siempre les decía que no, que la famosa y de la que habían oído hablar era de Vita, que si se subían ellos en Vita nadie iba a notar la diferencia, pero hubo un día que fue diferente….

Acababa de bajar un Puerto y estaba llegando a un pequeño control policial de los que te encuentras a veces en esta ruta : una valla y dos militares aburridos que apuntan el nombre y el pasaporte del que pasa por allí. Cuando me acerco a la valla veo que viene otro cicloviajero en sentido contrario. Llegamos a la vez, se me queda mirando y me dice en español:

– “tu eres Quico!”,
– “Si!, ¿y tu?”
– “Yo soy Lorenzo”

– “¿Lorenzo?, ¿Lorenzo Rojo?”
– “Si….”
– “espera, espera!”

Apoyé a Vita, me fui delante de él y me quité el sombrero haciendo una reverencia…….y es que Lorenzo, o más bien Lontxo, aunque la mayoría no lo conozcáis (y esto igual sirve para que dejéis de haceros ilusiones los que pensáis que algún día me haré famoso con esto), es un auténtico crack de Vitoria que se ha pasado 21 años (!!!!) dando vueltas al mundo con su bici.

Unos meses antes había escuchado una entrevista que le hicieron en la radio en la que decía que iba a pasar por la pamir en verano, pero hay varias rutas para hacerla y no tenía claro que me lo fuera a encontrar, por lo que fue toda una sorpresa para mí.

Hablamos un rato, le pregunté si le quedaba mucho para acampar y le dije que para mí sería un honor y un placer pedalear unos km con él. A pesar de su increíble curriculum viajero, es una persona sencilla, modesta y humilde. Le sabía mal que yo tuviera que volver atrás y me propuso acampar allí mismo. Pero era mal sitio para dormir, así que al final le convencí y viajé unos pocos km a su lado hasta que, en el primer pueblo por el que pasamos, un hombre nos dejó el precioso jardín de su casa para pasar la noche. Me ofrecí a hacerle la cena y a cambio me deleitó con historias y anécdotas de su viaje.

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Con el gran Lontxo Rojo.

Finalmente llegué a Khorog, que es otro punto de encuentro de viajeros. Allí quería pasar unos días descansando, socializando, aprovechando para comer bien y mimando a Vita.

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Mercado afgano de Khorog.

En realidad no tenía mucho tiempo ya que mi hermano Vicente y Ana, su pareja, venían a recorrer conmigo parte de estos maravillosos paisajes y había quedado con ellos a más de 300 km de esta ciudad.…..pero las cosas no salieron como esperaba: alguna comida me sentó mal y empecé a notarme enfermo y con una fuerte diarrea.

Tengo un estómago muy agradecido y, normalmente, las diarreas se me pasan en una pocas horas tras unas cuantas (y rápidas) visitas al baño, pero tengo la mala costumbre de beber poco. Cuando viajo no es problema porque me obligo a beber pero allí, parado en el hostal, no bebí suficiente, me deshidraté y la cosa empeoró mucho. Tenía que salir para llegar a tiempo a mi cita y dejé todo preparado para hacerlo al día siguiente, pero pasé una noche horrible.

A pesar del calor que hacía en esa época pasé la noche metido en el saco con toda mi ropa de invierno. No paraba de temblar de frío pero, al mismo tiempo, sudaba como si estuviera en una sauna. Me levanté como si me hubieran dado una paliza y me fui directo al hospital.

Paso primero por un médico que no habla nada de inglés. Tras comprobar que tengo fiebre, me manda con una enfermera a otro edificio donde me atiende otro médico que debe estar a punto de jubilarse. Después de contarle lo que me pasa (este sí habla algo de inglés), me pregunta:

– “¿Y que quieres?”
– “curarme!“
– “Ya, pero ¿quieres que te pinchemos?, ¿pastillas?, ¿que quieres?”
– “Lo que sea!, pero que haga efecto rápido, Mi hermano me espera a varios días de aquí y tengo que salir mañana si quiero llegar a tiempo.”

Escribe algo en un papel, me lo dá y me dice que vaya a una farmacia, compre lo que pone allí y vuelva para que me lo pongan.

El remedio resultó ser un suero. Volví al hospital y me tumbé en una camilla un par de horas mientras el suero entraba en mi cuerpo.
En la habitación habían muchas moscas que, una y otra vez, iban a posarse donde la aguja pinchaba mi piel. En una de las ocasiones en que intentaba alejar a una, toqué sin querer la vía y la saqué de mi piel…..estaba solo en la habitación e intenté llamar a alguien:

– “Helloooooo!”
– “Helloooooo!”
Nadie venía así que me acerqué a la puerta e insistí
– “Hellooooo!, problem!”,

Al final apareció una enfermera. Me preguntó por gestos si me había movido y yo, en parte por vergüenza y en parte por no dar muchas explicaciones, le dije que sí.
Me volvió a poner la vía y pude completar el proceso.

El suero fue milagroso y salí de allí mucho mejor. A la mañana siguiente estaba aún algo débil, pero tenía que salir si o sí y ni me lo pensé. Al principio iba bien, pero con las horas empecé a encontrarme mal. Me notaba cansado, el cuello y los hombros se me tensaban y tenía que parar cada poco para estirar porque, si no, apenas podía girar el cuello.

A las 5 de la tarde hago una parada y veo que he pinchado una rueda. Me encuentro fatal y no me veo con fuerzas para reparaciones, así que arrastro a Vita a un campo cercano, monto la tienda y me doy una ducha. El cuerpo me pide tumbarme y meterme en el saco porque he empezado a temblar otra vez. Apenas tengo fuerzas, pero tengo muy claro que si no le meto energía al cuerpo no me voy a recuperar así que me obligo a cocinar y a cenar sin ganas ….me vienen a la mente las palabras del personaje que dijo que no lo conseguiría, pero me niego a darle la razón, aún no…..

Le pido fuerzas al universo y caigo rendido en el saco, otra vez entre sudores y temblores

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Otras fotos de la ruta.

 

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6 respuestas a Tayikistán. Y llegamos a la Pamir…

  1. sadiewolf2014 dijo:

    Hi that sounds so tough! I have been writing about Pushkar, and remembering everyone we met including you. All the best.

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  2. chemele dijo:

    Pamir Highway, Lontxo, Quico y Vita, nada menos que cuatro mitos del cicloturismo en un mismo episodio!!! 🙂

    Un abrazo fuerte, te seguimos!

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  3. Vicente Fz. de Gamarra dijo:

    Un abrazo lleno de admiración y envidia. Emocionante tu encuentro con Vicente y Ana pues me recordò las travesías con mi hermano en Dolomitas y sentí lo que eso significa. Fantásticas las imágenes, vivo el relato, te he he disfrutado más que cuando de niño descubri a Verne a Poe o a Salgari. Saber que hasta te has encontrado con el gasteiztarra Lorenzo es un alegròn más. Al leerte y verte no puedo dejar de recordar a nuestros inolvidables Vicente, Mari Carmen y Mariana, còmo
    habrían disfrutado sabiendo de tus pedaladas «Vitales». Un abrazo no, !todos! hasta verte y darte uno de verdad. !Suerte en México!

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