La bella y generosa Italia II

Acabé el 2016 en casa, disfrutando de mi tierra y de mi gente. Unos días llenos de compromisos donde pude pasar tiempo con la gente que quiero y aprovechar para comer como si se acabara el mundo sabiendo que, en poco tiempo, mi cuerpo se iba a desprender de esos excesos (en mes y medio de viaja había perdido 6 kilos de los que recuperé 4 en esas semanas). Descansé también del uso de la bici, aunque no de su mundo, ya que tuve la oportunidad de hacer de anfitrión acogiendo en mi casa a Yuki, un japonés con quien me crucé en Italia. Todo un samurái que en dos días hace casi tantos km yo en toda la semana. Su camino pasaba por mi casa y, con su velocidad, llegó a tiempo para pasar un par de días conmigo. También tuve la ilustre visita de mi amigo, maestro, hermano, Javier Bicicleting, que lleva desde el 2010 encima de la bici y a quien seguramente debo mucho el estar ahora viviendo este sueño. Tuve la inmensa suerte de cruzarme con él en mi primer viaje en bici cuando mi curriculum de cicloturista solo tenía 4 días. Con él crucé los himalayas subiendo algunos de los puertos más altos del mundo y fue él quien me contagió el placer de disfrutar de esta forma de vida. Javi vino a verme acompañado de su encantadora hermana Elena, toda una luchadora que está a punto de vencer una leucemia, y su fiel compañero Miki. Con ellos pude disfrutar dos días y medio de auténtico relax, buenas comidas y mejores charlas sazonadas con las historias e infinitas preguntas de Javi.

Pero todo en la vida no es de color y también llegó esos días la mala noticia de que mi amiga Minerva, uno de mis primeros amores de juventud, fallecía tras una corta pero intensa lucha. Una mujer alegre,  una madre luchadora y una buena amiga que nos dejó sus recuerdos, su sonrisa y a mí a,demás, la amistad de sus hermanos Rebeca y Romano, con quienes ahora comparto una nueva estrella en el cielo que espero siga sonriéndonos desde allí.

Retomé el viaje donde lo había dejado, en casa de mi amigo Mauro. A Mauro lo conocí en Dublín, en un taller de bicis auto-gestionado donde los dos ejercíamos de voluntarios. Me pega 20 vueltas como mecánico de bicis y allí, cuando no venía nadie a arreglar su bici, “Super-Mauro”, como lo llamábamos, nos preguntaba al resto de voluntarios qué queríamos aprender a arreglar ese día y nos enseñaba a hacerlo. Allí también conocí a Ilaria, su compañera y, ahora, tuve la oportunidad de conocer a su hija, Emilia, a su hermana, Alessia y a sus sobrinas, Bianca y Carlota. Pasé unos cuantos buenos días con ellos antes y después de navidad. A la vuelta, uno de los días que estuve con él,  Mauro me acompañó a «Bike Fellas», el taller de bicis de unos amigos suyos, donde le incorporamos a Vita el ultimo donativo de mi ingeniería de apoyo: una pieza regulable, especialmente diseñada, para evitar el problema de la cadena. Apuesto a que esta me aguanta varios años ☺

Una vez más, me costó separarme de la gente que comparte momentos de este viaje conmigo, pero había que retomar la ruta. El día que salí de Bérgamo, Mauro, me dijo emocionado y emocionándome a mí también “disfruta de tu vida, porque tu vida es ahora también parte de la nuestra” y, otra vez, con algo de pena pero pensando en lo afortunado que soy de la gente que ha aparecido y reaparecido en mi camino, seguí mi viaje….encontrando unas horas más tarde, en el bote de donativos, un sobre de Mauro y su familia con la aportación más generosa que me han hecho hasta ahora.

Tenía ganas de acampar y no sabía si hacerlo o no (pensando en que voy a tener muchas oportunidades de hacerlo cuando no haga tanto frío). El último día en casa Mauro, decidí escribir a 3 personas que estaban en mi camino los próximos días, si contestaban me quedaría con ellos y, si no, acamparía. Las dos primeras noches nadie contesto y acampé. Hacía mucho frío, pero las dos veces encontré sitio con mucha leña alrededor para hacer una hoguera y no lo llevé tan mal. Fue el día que os conté que el agua con la que me duchaba se congelo al poco de acabar mi ducha. No solo eso sino q también se congelaron los plátanos, la miel, los tomates, los dátiles etc.

Al tercer día ya me apetecía un techo, justo me escribió una de las mujeres a la que había escrito, Donatella. Lo hizo para pedirme perdón por no haber visto mi mensaje porque en teoría ya había pasado de largo, pero no soy muy bueno planeando e iba retrasado, así que la llamé para decirle que poda llegar ese día a su casa. Donatella cambió sus planes para ese día y se quedó en su casa cerca de Verona esperándome. Me alojó en un ático enorme, con una estufa de pellets y el sofá más grande que he visto nunca (tenia forma de L, yo dormía en la parte corta y me sobraba espacio). Donatella es una italiana con mucha clase, inteligente, con una visión global del mundo y una excelente cocinera con la que fue un placer conversar durante la cena.

Al día siguiente fuimos juntos en bici a Verona, desayunamos, ella se fue a trabajar y yo a visitar la ciudad. En una de mis paradas, vino un hombre muy majo a hablar conmigo y, tras invitarme a un café, me hizo de guía turístico por esa bella ciudad.

Unos días más tarde, Donatella, dejó este comentario en mi perfil de la página web donde busco alojamiento:

“Quico è l’uomo più libero che abbia mai conosciuto. Un poeta della bicicletta. Un sorriso ambulante. Una carica di fiducia verso la bontà del mondo. Un equilibrista della Vita!”

….como decía mi amiga María “algo estaremos haciendo bien” ☺

De Verona me fui a casa Maura, a quien mi mensaje la pilló en un viaje por Vietnam en bici. Aun así, me invitó a quedarme en su casa y me puso en contacto con su vecina para que me diera las llaves.

El pequeño pueblo de Maura me acogió muy bien. Fui a tomarme un café al “bar de Rita” que me había recomendado Maura. Le pregunté a una mujer dónde estaba y, tras acompañarme, me dejó pagado un café. Kadija, otra mujer que, aunque es originaria de Casablanca, lleva muchos años en el pueblo, tras acercarse nada más llegar a hablar conmigo, me invitó a pedir lo que quisiera de comer (y no fue a lo único que me invitó esos días) y luego vino Rita con un trozo de tarta que había preparado ella y que tenía que probar “si o si….así da gusto 🙂

Aprovechando la generosidad de Maura, pasé tres días allí de relax y aprovechando para que se recuperaran mis tendones, que el primer día que retomé la bici tras las “vacaciones” lo pillé con demasiadas ganas y aún arrastro molestias desde entonces.

El día antes de salir vi a otro viajero en bici. Como cada vez que me cruzo con uno, fui a hablar con él. Se llamaba Korneel, es belga y es el primero que encuentro que va en mi misma dirección. Además, esa noche dormía en casa del anfitrión al que yo le había pedido alojamiento para mañana: Filippo un físico nuclear que vive en Padua y que, por los comentarios que pone la gente de él en la página, es un personaje que valía  la pena conocer…. Y tanto! Culto, súper inteligente (ha trabajado en el CERN y ahora, aunque a veces va allí, trabaja para el instituto de física nuclear italiano “cazando” neutrinos, casi na!), simpático, hablador… y todo lo que tiene de grande lo tiene de bonachón.

Korneel se quedó dos noches en Padua y, al día siguiente era él quien me estaba esperando en casa de Filippo, ya que este estaba trabajando. Estábamos tranquilamente tomando un té cuando llegó nuestro anfitrión. Entró como un vendaval en la casa, como si en su trabajo, en vez de chuparte la energía como suele ser habitual, se la inyectaran. En pocos segundos se aseguró de que yo me había instalado bien, nos propuso varios planes para la noche y se decidió por el que creía que era mejor para nosotros, mientras Korneel y yo, a otra velocidad, mirábamos la escena como si estuviéramos en un teatro. Nos llevó con sus amigos (que tiene muchísimos y el que no es amigo le conoce) a tomar cervezas a un pequeño garito con mucho encanto y, tras invitarnos a cenar algo en un puesto de la calle, nos llevó a la lectura de un libro musicada en un centro social ocupado donde seguimos dándole a la cerveza y conociendo a más de sus amigos.

Al día siguiente korneel tenía que tomar un ferry hacia Grecia cerca de Venecia. Organizamos  una excursión a las que nos acompañaron Lea (una simpática francesa que está estudiando allí)  y Giacomo, un amigo suyo que, para no variar, me cayó bien enseguida. Tras un muy agradable paseo nos despedimos de korneel y el resto nos fuimos a visitar Venecia. Antes Giacomo intentó que me dejaran dormir en un club de vela, pero no nos dejaron y al llegar a Venecia, habló con los trabajadores de un parking que me dejaran guardarla bajo llave en un cuartito que tenían al lado de su oficina. En teoría iba a acampar, pero se nos hicieron más de las 10 en el paseo, me había enfriado y no me apetecía nada montar la tienda y tener que desmontarla mañana. Ellos me habían ofrecido volver en tren y era un viaje de apenas 20’, así que sin pensarlo mucho me volví con ellos. Esa noche me quedé en casa de Giacomo porque Pippo, como le llaman sus amigos, tenía una fiesta (aunque luego le pudo el cansancio y se vino con nosotros). Tras un buen plato de pasta y una charla en su terraza al calor de una hoguera acabamos la jornada.

Al día siguiente me acogió la simpática Vania en su casa a las afueras de Treviso. Me cebó a base de galletas de chocolate, pastel de pescado y una deliciosa pasta hecha con una verdura que solo crece en esa zona. Cenamos con una amiga suya y entre las dos me hicieron un pequeño interrogatorio con preguntas sobre Vita que algunos de sus amigos les habían dejado encargadas (habían mandado fotos para que la gente supiera el personaje que iban a conocer esa noche 😉 y tras la charla, Vania se quedó despierta hasta tarde pasándome música que me acompaña ahora en mis pedaladas. Al día siguiente, tras un buen desayuno, me llenó un tupper con pasteles y galletas para muchos km.

Luego acampé una noche y al día siguiente llegó una lluvia que me acompañaría varios días.

Paro sobre las 4 y le pido a un gasolinero agua para cuando acampara. Cuando ya estoy a punto de salir vuelvo hacía el gasolinero y le digo si sabe de alguna casa abandonada o sitio con techo en el que pueda acampar sin mojarme. Tras pensar unos segundos y decir que no con la cabeza, me mira fijamente a los ojos (veo que es de los míos y agradezco que lo sea porque, mojado y cansado como estoy, debo tener  los ojitos del gato de Shrek), me lleva al cuarto de baño y me pregunta si me vale. Una “habitación con baño privado” es mucho más de lo que esperaba encontrar hoy, así que acepto encantado 😉 Me dice que él a las 7 se va, pero que me dejará las llaves y me trae una estufa de aire caliente. Le pido permiso para ducharme detrás de los baños y me dice que del baño para atrás es todo mío. Me ducho y me instalo en mis aposentos. Cuando cierra a las 7, Fiorenzo, que así se llama mi benefactor esta noche, me invita a tomar vinos con sus amigos. Me sube en su coche y me dice que voy a conocer a una leyenda. Entre sus amigos, está Lorenzo Buffón, quien fue portero de la selección Italiana en los 60 y ganó 6 ligas. Nos tomamos 4 copas de vino, de las que no me dejaron pagar ni una y, después, Fiorenzo me lleva de vuelta a mi hotel.

Dormí muy calentito (además de la estufa de Fiorenzo había otro radiador en el cuarto de baó y pude secar mi ropa). A la mañana siguiente, Fiorenzo me invita a un té y me trae un tupper lleno de trozos de un pastel relleno de mermelada que había preparado su mujer de los que no dejo ni uno.

Siguió la lluvia varios días más, mis tendones estaban peor que nunca necesitaban cuidados y reposo así que, con mucho gusto, rompí mi norma de no pagar por alojamiento: una noche en un albergue juvenil y, la otra, en un hotel tirando mi presupuesto por la ventana. También rompí la norma (para eso están, no? 😉 de ducharme todos los días, aunque el día que no lo hice no sé si contarlo como tal porque acabé la jornada tan mojado que ya la tenía prácticamente convalidada. Días duros y grises, pero aún tuve mi última alegría antes de salir de Italia. Tomé un desvío en Trieste para ir hacia Eslovenia y, cuando me di cuenta, estaba en una autopista. Un par de coches me alertaron de ello, pero eran dos carriles sin arcén por los que los coches iban muy rápido así que no podía volver atrás. De repente apareció un “ángel de la guarda” que, en forma de conductor, se puso tras de mí, puso los intermitentes de emergencia y me escoltó los 4km que había hasta la siguiente salida. Paré a darle las gracias al salir de la autopista. Se llamaba Luca, me dijo que trabajaba en una tienda de deportes y, entre otras cosas, arreglaba bicis. Me invitó a comer y me llevó a su casa donde le esperaban su mujer Estefanía y su hijo Emilio con los que pasé un muy buen rato. Y, con una energética comida y una gran sonrisa, salí del país donde mejor me han tratado hasta el momento.

Os dejo con las fotos. A la próxima os contaré mi periplo por Eslovenia donde pasé poco más de un día, pero también tuvo su historia.

25-02-2017-06Con Javi, Elena y Miki visitando una de las maravillas de Almenara, mi pueblo.

25-02-2017-08Con Yuki. El rey de los km.

25-02-2017-07Minerva una nueva estrella en el cielo.

dsc_0465Cenando con la familia de Mauro.

lrm_export_20170221_220008Celebrando el cumple de Ilaria.

lrm_export_20170221_222426Denis y Andrea. Los chicos de «Bike fellas».

20170221_215028Y asi quedó mi nuevo desviador de cadena.

25-02-2017-01El ático de Donatella con su enorme sofá .

lrm_export_20170221_220715Donatella el día que nos despedimos.

dsc_0481Verona.

dsc_0484Verona.

dsc_0480Verona.

lrm_export_20170221_213905Lago de Garda.

25-02-2017-09Lago de Garda.

25-02-2017-03Mi cuartel general en casa Maura.

lrm_export_20170221_221635Con Kadija en el bar de Rita.

lrm_export_20170221_222053Con Vania en su casa cerca de Treviso.

dsc_0487Korneel y Pippo preparándose para la ruta.

25-02-2017-04Con Giacomo, Pippo y Lea recuperando fuerzas.

lrm_export_20170221_214718
Estufa de 20€ que nos amenizó la noche en la terraza de Giaco.

dav¿es un pájaro?, ¿ es un avión?  😉

25-02-2017-05Fiorenzo: El mejor gasolinero de mi ruta.

25-02-2017-02

Lorenzo Buffón cuando jugaba en la selección Italiana.

20170221_221131Trieste.

dsc_0518Luca, mi salvador en la autopista,  con su mujer Estefanía y su hijo Emilio.

 

 

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7 respuestas a La bella y generosa Italia II

  1. romanete dijo:

    Grande Quico…!!!

    Eres una excelente persona y un mejor amigo.. la gente que conoces por el camino te ayudan porque saben de alguna forma que eres buena gente..!! 🙂

    Un saludo muy grande desde Bélgica y mucho ánimos para que sigas pedaleando con alegría

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  2. Karen Aldape dijo:

    Quico, he leído toda tu travesía por Italia, y sigo admirando tu grandeza, gracias por seguir inspirandome. Te quiero y estaré atenta de tu siguiente historia!

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  3. chemele dijo:

    Me encantan tus historias y la forma de contarlas. La gente con la que te encuentras perciben tu alegría. Por cierto, Lorenzo Buffon es tío abuelo de Gianluigi Buffon, el actual portero de la selección italiana.

    Deseando que llegues a países más exóticos 🙂

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  4. IVAN NIF BARRENECHEA ANTE dijo:

    Joder Sano, que ratos más buenos me haces pasar haciendo volar mi imaginación y deseando tener algo de la vida que no tendré. Ánimo crack

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